jueves, 15 de enero de 2009

Querido-as amigo-as: dado que se acerca la festividad del día de "San Antonio", de honda raíz en Ferreras:

Oh glorioso San Antonio, del 17 de Enero
fui a buscar la burra al agua, se me "atolló en el tollero"
la cogí por el rabo...


A la espera de poner aquí algo relativo a, y fresco de ese día en el pueblo, me permito dedicaros este artículo que escribí para la revista "Nuestra Tierra", hace ya unos tres años.
Espero que os guste, añado alguna foto .




PARADAS DE BURROS


La vida de nuestros antepasados, se vio acompañada por la presencia constante de este resistente y a la vez tierno animal, arrastrando, tirando o llevando a su grupa todo tipo de cargas, nunca fue recompensado con el reconocimiento a su tarea.

El burro (Equus asinus) o asno que también así se denomina, convive con el hombre ayudándole en sus tareas desde hace al menos 6000 años, época en la que fue domesticado en el norte de África (Equus africanus), zona el la que abundaba en forma silvestre. Del citado continente paso a España hace unos 3000 años, dando lugar a las distintas razas que hoy se conocen en nuestra península ibérica (catalán, cordobés-andaluz y zamorano-leones).
Su censo actual ronda en España los 70.000 ejemplares, muy pocos si tenemos en cuenta que cuarenta años atrás su población rebasaba el millón de individuos. Para la mayoría de ellos afortunadamente la vida ha cambiado; bien alimentados y bien tratados por sus dueños, se resarcen de penurias anteriores, en la actualidad llevan a cabo tareas relacionadas con el turismo, con la medicina moderna (terapias de rehabilitación en discapacidades físicas y psíquicas) y en el peor de los casos como apoyo en trabajos suaves del campo, ya que gracias a la mecanización del mismo se hace innecesaria su utilización en las duras condiciones de antaño.
Ya Cervantes supo plasmar en “El Quijote” lo mucho que Sancho lamentaba la pérdida de su burro “Rucio” pues en su ausencia se dio cuenta de los buenos servicios que le prestaba:
“¡Oh hijo de mis entrañas, nacido en mi mesma casa, brinco de mis hijos, regalo de mi mujer, envidia de mis vecinos, alivio de mis cargas, y, finalmente, sustentador de la mitad de mi persona, porque con veinte y seis maravedís que ganaba cada día, mediaba yo mi despensa!”
Y en el reencuentro una vez recuperado el animal, no pudo expresar mejor su alegría:
“Sancho llegó a su rucio y, abrazándole, le dijo:
¿Cómo has estado, bien mío, rucio de mis ojos, compañero mío?
Y con esto le besaba y acariciaba, como si fuera persona. El asno callaba y se dejaba besar y acariciar de Sancho, sin responderle palabra alguna. Llegaron todos y diéronle el parabién del hallazgo del rucio, especialmente don Quijote, el cual le dijo que no por eso anulaban la póliza de los tres pollinos. Sancho se lo agradeció.”
Nuestros burros como es lógico pertenecen al menos en su mayoría a la raza zamorano-leonesa, abundante en su día en las dos castillas, hoy casi se reduce a las comarcas de Aliste, Tabara y Alba en Zamora. Buen porte, voluminosa cabeza y pelaje abundante de aspecto sucio, son los principales rasgos que conforman la estampa de esta raza, que perfectamente aclimatada a tierras y gentes ha llegado a nuestros días.
Días en los que aun se cuida su reproducción en las “paradas”, que no son sino lugares donde sementales escogidos cubren las hembras en celo. En San Vicente de la Cabeza, Víctor regenta una de estas paradas y es el propietario de un burro-semental de raza zamorana, al que el llama con buen tino “Campeón”, pues además de fuerte y con cara de pillo, dispara las balas de dos en dos, quiero decir que cubre la hembra dos veces seguidas sin darse ninguna importancia. De pocas carnes, amante de la soltería y de la noche, del vino y del escabeche sin importarle el orden, nos abre Víctor la puerta de su casa un mediodía de primavera tras haber tenido que “avociar” un rato, no nos oía debido según nos explico mas tarde, a la ronda que había llevado cabo por “quisio” cuantos pueblos en compañía de un portugués también amigo del morapio, y que le había ocupado la mayor parte de la noche anterior. Conociendo con anterioridad el motivo de nuestra visita, que no era otro que el de ver en acción a “Campeón”, no obstante quiso empezar por ofrecernos un cacho pan con chorizo que amablemente rechazamos, no fuera que enturbiara el placer de un cocido que teníamos apalabrado con Inés para mas tarde en Palazuelo de las Cuevas. Dado lo avanzado de la hora convinimos en no perder tiempo y salio Víctor a escape a casa de un vecino, para traer la burra en celo preparada al efecto, acompañados quedamos en el alargado corral por cabra y perro con quienes convive Víctor, que alguno de mis amigos rehuía temiendo el salto hacia su persona de inquilinos que según su agudo ojo, podía ver en los inocentes animales; entre tanto y a través de un ventanuco enrejado “campeón” visiblemente nervioso olisqueaba con su hocico el ambiente, con aquel tufo a forasteros bien sabia el bribón que “pillaba”; los animales no hablan como nosotros pero ¿alguien puede asegurar que no entienden?; para cuando Víctor abrió las puertas grandes con la burra del ramal, “Campeón” resoplaba y rebuznaba para expresar su alegría , sin duda los efluvios de la hembra ya habían llegado hasta el; es conducida la burra aparentemente impasible a una “cortina” anexa al corral, para a continuación abrir la puerta de la cuadra al semental que salio disparado hacia el “picadero”, tras un pequeño saludo olfativo, paso a hacer uso de un revolcadero existente en el sitio, quizá con la intención de asearse previamente como buen amante, luego las cosas sucedieron simplemente, mezclando primitivismo y refinamiento, brutalidad y ternura; nadie confiesa, pero se intuye en el leve perfume primaveral la influencia erótica del acto, Víctor rompe el silencio, y nos cuenta que algunas mujeres en tal situación le han propuesto amores.
San Vitero en la comarca de Aliste, organiza todos los años el día 19 de Marzo festividad de San José, una feria ganadera en la que cobra especial importancia el burro de raza zamorano- leonesa; en ella se llevan a cabo importantes transacciones, sirviendo además como exposición y testigo del momento que atraviesa la raza, de relativa buena salud si comparamos tal situación con la que se vive a nivel nacional, donde la especie poco menos que ha desaparecido
Por “asno” que es lo mismo que “burro” la Real Academia de la lengua Española entiende:
“Animal solípedo, como de metro y medio de altura, de color, por lo común, ceniciento, con las orejas largas y la extremidad de la cola poblada de cerdas. Es muy sufrido y se le emplea como caballería y como bestia de carga y a veces también de tiro”.
Descripción sucinta y acertada del animal, pero a continuación añade:
“Persona ruda y de muy poco entendimiento”.
“Hombre o niño bruto e incivil”.
¿Porque el humano que insistentemente muestra rudeza, y no solo poco, sino en ocasiones ningún entendimiento, por no hablar de lo de bruto e incivil, ha querido que semejantes atributos se asocien con este animal y no con el? En mi niñez fui testigo de brutales palizas a burros, sin mas motivo que la descarga en ellos de los agobios y frustraciones de sus dueños. Por fortuna no todos tuvieron tan mala vida, también había personas que trataban bien a sus animales alimentándolos lo mejor posible y cuidándolos en sus enfermedades e higiene, quien no recuerda los dibujos y arabescos que los esquiladores hacían en sus grupas y de los que sus dueños se sentían orgullosos. Qué hubiera sido de nuestra labranza de supervivencia sin estos compañeros, cuantas cargas de nabos, de leña, costales, personas, norias y hasta tirar del arado en desigual pareja con una vaca entre otros, fueron sus quehaceres para aliviar los nuestros.
Animo a ustedes a que en su próximo encuentro con un burro, acaricien su morro al tiempo que le ofrecen un caramelo o chocolatina, no encontraran piel mas suave ni animal mas agradecido, tampoco harían nada demás si al oído le susurran “perdónanos amigo”

LEOVIGILDO SANTAMARIA (revista “Nuestra Tierra”, segunda época)